Smiley , cuando el amor es tu refugio.

 

Smiley es un comedia romántica al uso, de esas que nos devoramos cuando nos engañamos a nosotros mismos diciéndonos "que nos hacen dormir, que nos distraen y nos llevan a la siesta", de esas que llenan nuestro recreo porque "no queremos pensar ni a tiros", todo para no reconocer que nos gustan, que queremos creer en los cuentos de hadas que ya hemos olvidado y en el amor que una vez sentimos.

En realidad eso es una buena comedia romántica ,un hilo argumental de chico conoce a chica ,que pese a mil infortunios, y con bastante humor blanco, logran triunfar en esa batalla perdida de antemano que es el Amor con mayúsculas. 

Hasta ahí lo de siempre,pero si cambiamos una simple letra, todo se vuelve mucho mas complejo ,si esa historia prometedora es la de chico conoce a chico lo más simple se torna un poco,un mucho,más complicado.

Smiley nos adentra en una historia homosexual de una manera tan natural y atractiva como lo es en la vida real, cuando ocurre,como debe ser.

Y no sólo eso,su entorno es el que suele ser,amigos y amigas gais,bares de ambiente,familias asumidas y asumibles,otras que no tanto ,apps y encuentros esporádicos que llenan las vidas de vacíos.

La vida. 

Hoy. 

Nuestras y sus vidas. 

Smiley te atrapa desde el primer momento con unos ganchos que no te sueltan , el principal, los extraordinarios diálogos del grandísimo Guillem Clua que te divierten hasta la carcajada y te emocionan hasta la lágrima incontenible sin sonar nunca forzados ni extraterrestres. 

Pero esos diálogos y esas situaciones no serian ni la mitad de creíbles sin unos trabajos actorales en estado de gracia.

Alex y Bruno, o lo que es igual, Carlos Cuevas y Miki Esparbé componen una pareja de lo más atípica y atrayente. Su sensualidad, sus roles y su pasión interrupta, te llevan como un cordero camino del matadero sin poder resistirte.

A su lado, un siempre solvente Pepón Nieto , un siempre fascinante Ramón Pujol, una maravillosa Meritxell Calvo y todo un reparto de primera donde también lucen lo más grande Giannina Fruttero , Cedrick Mugisha, Ruth Loopis, María Isabel Díaz y Eduardo Lloveras, entre muchos otros.

Hay poco lugar para la mentira en Smiley, el amor es amor, el desencuentro es desencuentro, el humor es humor y el sexo es puro sexo.

Hay escenas para el imaginario inolvidable como la declaración de amor con el símil de esa cerveza que quisiera tomarme que sencillamente es mágistral por su contenido por su continente y por sus interpretaciones.

Y qué decir de esas situaciones al borde del surrealismo mágico donde uno escucha lo que hubiera querido escuchar, ve lo que hubiera querido ver, de un lado y del otro, de una hora y de la otra, de un instante y del otro .

Y de esos dobles planos a pantalla partida donde pareciera que va a ocurrir lo que nunca ocurre ... O casi. Maravillosos.

Hay que felicitar a Netflix por esta apuesta y propuesta valiente y sincera.

En un mundo que cambia constantemente y que asume cada vez con más naturalidad los diferentes tipos de vida, de costumbres, de razas y de formas de vivir y entender el amor, la ficción debe hacerse eco como si de un patio inmenso de vecinos se tratara.

Bienvenidos a la corrala multicultural y no tan binaria de Smiley.

Bienvenidos al mundo de Guillem Clua.

Por mucho tiempo.

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